Todo tiene su final, y eso no debe ignorarlo absolutamente a nadie.

Ni siquiera la vida es eterna, aunque son muchos los creyentes que lo afirman en forma convincente.

Eso lo traigo a colación porque desde hace años en el país se ha venido persistiendo en mantener de pie estructuras que ya son obsoletas, que ya cumplieron su vida útil.

Cuando se planteó la construcción de un estadio que sustituyera el Quisqueya- Juan Marichal, fueron muchos los que se levantaron para protestar, arguyendo que ese era un monumento histórico.

El Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto, en el Centro Olímpico, es otra vetusta instalación que desde hace años cumplió su cometido, al punto de que desde hace años está incapacitado para efectuar torneos.

El Yankee Stadium, una de las más grandes atracciones del béisbol en toda su historia, fue derribado para dar paso a otra moderna instalación, sin que nadie se opusiera, dado que ya no cumplía los requisitos de la época.

Precisamente ayer, el estadio Georgia Dome de Atlanta fue demolido, tras 25 años de historia en los que alojó a tres disciplinas para los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, dos Super Bowls (1994 y 2000) y tres “Final Four” del básket universitario de la NCAA (2002, 2007 y 2013).

El baloncesto de la capital, con una población que debe rondar ya los cuatro millones de habitantes, no puede darse el lujo de no contar con una moderna instalación, siendo el deporte que más se practica en el país.

Ya es hora de que se construya un moderno estadio de básket, porque no se puede continuar con un elefante blanco, que aunque se repare a un costo multimillonario, al poco tiempo vuelve a lo mismo.

El Palacio de los Deportes costó en 1974 unos cuatro millones de pesos, pero se le ha invertido en reparaciones más de 125 millones y sigue inservible. ¿Entonces?