Cuidemos a los jóvenes

Nuestra sociedad ha sido testigo de terribles acontecimientos recientes, en que tanto las víctimas como los victimarios no tenían más de 24 años de edad en el momento en que se produjeron.

Me refiero en específico a los casos en que perdieron la vida Emely Peguero y Andreea Celea.

La primera asesinada en estado de embarazo y la segunda arrojada desde el octavo piso de un hotel.

Los anteriores sucesos, al igual que otros de mucha gravedad que se han producido en el país en los últimos tiempos, interpelan al Estado, del que se espera, como lo consagra la Constitución, una verdadera protección a la familia, interpelan a la sociedad, a las instituciones, a la población adulta y principalmente a los padres de familia.

Estos hechos que perturban ampliamente a la sociedad son expresión de un fracaso de las generaciones maduras. Los mismos tienen muchas causas y una de ellas es el obstinado interés de muchos padres de que sus hijos tengan todo lo que ellos no tuvieron, perdiendo de vista que lo más importante es que los hijos posean lo que con méritos se puedan ganar.

Han fracasado las poblaciones maduras que han aceptado ceder a los caprichos injustificados de los hijos, muchas veces concedidos para que “se estén tranquilos”.

Fracaso y culpa de las generaciones maduras es, en alguna medida, no impedir que muchos menores y jóvenes consuman drogas de diversos tipos, actuando muchas veces bajo sus efectos.

También es fracaso de las poblaciones adultas que los jóvenes incurran en actos frecuentes de violencia, los cuales aprenden en su entorno social y en su propio hogar, donde presencian episodios de riñas entre el padre y la madre.

Fracaso de los padres es que sus hijos no sean practicantes de valores positivos, dado que muchas veces los progenitores no los modelan.

Han fracasado nuestras generaciones adultas, cuyos hijos, en muchos casos, han percibido que no todo lo que tienen sus padres es producto de esfuerzos, de méritos propios y del trabajo.

La sociedad dominicana vive en la actualidad un serio drama. Un drama que tiene muchas causales. Mientras tanto, como padres, tomemos en cuenta cosas como las siguientes: 1-No demos pie para que nuestros hijos aprendan a mentir, 2- No demos a nuestros hijos bienes que les sobren o que no necesiten, 3- Promovamos en los hijos e hijas valores de integridad y honradez, 4-Propiciemos el desarrollo de su sensibilidad y su capacidad de sentir el sufrimiento de otros, y 5- Desde el hogar, los padres debemos dar ejemplos a los hijos, sobre todo a los varones, para que respeten a las personas de sexo diferente como hermanas, amigas y novias.

Hagamos una profunda reflexión que derive en acción para cuidar a los jóvenes.