Cuando confiamos en nuestras habilidades o conocimientos, descansamos y nos sentimos seguros de que llegaremos a nuestros destinos sanos y salvos.

Si como niños, nos subimos al vehículo con papá en el volante, estamos seguros de que llegaremos a donde nos dirigimos; si como viajeros subimos a un avión, confiamos que aterrizaremos felices en nuestro destino.

Todo porque confiamos en los conocimientos y habilidades de las personas que están a cargo. Esa confianza también debe operar en nosotros mismos para lograr nuestro proyectos.

A veces confiamos más en las habilidades de otras personas que en las nuestras, y en determinadas ocasiones es porque reconocemos su maestría o especialidad en áreas específicas, sin embargo, otras tantas es porque no hemos desarrollado la autoconfianza.

Cuando tenemos que recurrir siempre a otros para que nos ayuden a tomar decisiones o realizar labores sencillas, es porque nuestra autoconfianza es limitada.

La confianza en nosotros mismo es parte del autoconocimiento, de ser conscientes de nuestras debilidades y fortalezas, enfrentar nuestros temores, capacitarnos en los aspectos que sabemos necesitamos para alcanzar las metas.

El desarrollo y fortalecimiento de la autoconfianza puede tomar tiempo dependiendo de la personalidad y las experiencias de cada individuo, pero es realizable. El primer paso es reconocerlo; el segundo es empezar a trabajar con la autoestima, porque aunque son aspectos diferentes están íntimamente vinculados.

Un individuo con amor propio y buena imagen de sí mismo, capacitado en las disciplina en las cuales quiere triunfar, desarrollará y mantendrá su confianza para vencer los momentos adversos y triunfar.

Y tú, ¿como logras desarrollar y mantener tu confianza en los demás y en ti mismo? Comparte tus experiencias y ayuda a otros a confiar en ellos y los demás.