Quizás la mayor prueba del éxito político relativo de los Castro de Cuba es la historia de Venezuela en las últimas dos décadas.

Una de las naciones con mayores reservas petroleras y potencialmente más rica, secuestrada ideológicamente por una sexagenaria tiranía fracasada, ha culminado su “revolución bolivariana” con calles llenas de hambrientos ciudadanos protestando por carecer de libertad y pan, tal cuando la Revolución Francesa de fines de siglo XVIII.

Fuera de Venezuela, la discusión recuerda los enfrentamientos de la Guerra Fría; muchos de quienes apoyaron al chavismo improductivo de Maduro simpatizan también con el castrismo, con Irán y Norcorea; quienes se oponen coinciden con España, Alemania y Colombia, por citar repúblicas democráticas no serviles de Washington.

Los dominicanos debemos recordar que nuestro agradecimiento a Venezuela es a su pueblo, no al régimen que tras inmensa popularidad hoy ametralla y mata de hambre a sus ciudadanos.

Que nos sirva de espejo sobre las consecuencias de la corrupción impune, burlar la democracia y cómo reaccionan los pueblos: Chávez reinó, ¡Maduro se pudrió!