Al ver los niños relacionarse es fácil observar qué facilidad tienen, incluso los adolescentes y los jovencitos, para  hacer nuevos amigos. 

Sin embargo, en la medida que envejecemos tendemos a ser más reservados y menos amigables.  El trabajo, la familia, y un conjunto de justificaciones adicionales siempre interrumpen las posibilidades de cosechar nuevos amigos.

Están quienes prefieren tener un grupo muy reducido de amigos, mientras  otros buscan un círculo más grande. Según algunos especialistas  lo importante es mantener una buena actitud ante las amistades, aún cuando son nuevas y no nos sentimos seguros.

Al final las relaciones toman su propio curso y toda persona que entra en nuestro círculo nos proporciona algo de su energía. Es importante nivelar y compensar con la nuestra,  pues en el caso de  creer que no tiene nada positivo, si de todos modos estará presente, al menos nos ayudan a desarrollar la paciencia y la diplomacia.

Los expertos en ‘ coaching’ afirman que en la medida que nos conocemos y desarrollamos autoconfianza y seguridad también podremos lidiar con ese y otros tipos de retos; así como estimular  personas diferentes e incluso opuestas a nosotros. Por experiencia sé que a veces proyectamos una personalidad diferente a lo que realmente somos, de ahí que creo justo darle la oportunidad a los otros, puede que a ellos les pase igual.

Los muy extrovertidos, así como los muy tímidos, son quienes más llaman la atención, sus energías, siempre que nos tomemos el tiempo de observarnos, pueden impactarnos positivamente.

Fundamentalmente es ser cautelosos, respetuosos y gentiles, pues son los tres ingredientes fundamentales de una buena amistad o una convivencia pacífica.