Leí por ahí que se requieren seis millones de granos de polen para sembrar una rosa de monte y los salmones necesitan pasar toda una vida nadando para encontrar su camino de vuelta a casa… y en el día a día, la mayoría de las personas quieren y necesitan una garantía de que las cosas saldrán bien antes de tomar una decisión o asumir un riesgo.

Es como querer saber a qué sabe algo antes de probarlo, pero, lamentablemente, así no son las cosas, porque el compromiso genuino surge antes de saber lo que podría suceder.

Se trata de escuchar el corazón… y es que si el ave no saltara de su nido jamás volaría.

Así que no debemos sentirnos alarmados ni desalentados cuando veamos que se requieren muchos años para entender nuestro llamado en la vida.

Cuando las cosas no salen bien podemos sentir mucho dolor y tristeza, sin embargo, si nos negamos a mirar la situación desde una perspectiva más amplia nos negamos también a encontrar esa resistencia natural que poseemos para enfrentar las situaciones difíciles, entonces la tristeza se transforma en desaliento y el dolor en desesperación.

Debemos recordar que cada persona que amamos y cada sueño al que tratamos de darle vida nos acerca más al misterio de la existencia… por eso hay que intentarlo tantas veces como sea necesario.

Es nuestro compromiso.