Cómo enamorarme de un agente encubierto arruinó mi vida

Cómo enamorarme de un agente encubierto arruinó mi vida

Cómo enamorarme de un agente encubierto arruinó mi vida

«Teníamos una relación completa. Regresaba a casa todas las noches, hablábamos de tener hijos y de pasar el resto de nuestra vida juntos. Pero un día desapareció».

Así describe Helen Steel cómo la vida que estaba viviendo con un hombre a quien amaba un día se evaporó, y cómo lo que pensaba que era una relación de amor se convirtió en una relación de abuso.

El caso de esta mujer está sacudiendo a Reino Unido porque el hombre con quien vivió una relación de años era un agente encubierto de la Policía Metropolitana de Londres o Nueva Scotland Yard.

Helen entabló una demanda contra la fuerza. Y su caso no es único.

Otras tres mujeres también están demandando al cuerpo por haber sido embaucadas por agentes que mantuvieron relaciones con ellas sin revelar sus verdaderas identidades.

La fuerza argumenta que las relaciones estaban basadas en sentimientos «genuinos» y niega haber actuado de forma incorrecta.

Sin precedentes

El viernes la organización reveló las identidades de dos individuos que mantuvieron relaciones con mujeres cuando estaban asignados como policías encubiertos. Es la primera vez en la historia que se identifica a este tipo de agentes.

Históricamente, para proteger la seguridad de agentes encubiertos, la política de los cuerpos policíacos es no confirmar ni negar bajo ninguna circunstancia quiénes son estos sujetos.

Pero el mes pasado un juez de la Corte Suprema dictaminó que la Policía Metropolitana no podía depender de esa política en los casos de los dos acusados.

Y en una decisión sin preceedentes la fuerza confirmó que Jim Boyling y Bob Lambert trabajaron como agentes encubiertos.

Ninguno de los identificados es el hombre con quien Helen Steel mantuvo una relación. Y tal como le dijo a la BBC, desestima la defensa de la Policía Metropolitana de que los sentimientos de estos sujetos en sus relaciones con las mujeres fueron genuinos.

«Pasé años buscándolo. Eventualmente descubrí que había estado usando la identidad de un niño que murió a los ocho años», dice la mujer.

«En ese momento mi mundo se vino abajo porque repentinamente ni siquiera sabía quién era esta persona que conocía y amaba o cuál era su nombre», agrega.

Durante los 1990, cuando conoció al individuo que se hacía llamar John, Helen Steel era activista anticapitalista de un grupo llamado Greenpeace de Londres (que no está vinculado a la organización ecologista Greenpeace).

«Lo conocí y en el curso de tres años comenzamos una relación. Nos mudamos a un departamento juntos y conoció a mi familia y a mis amigos. Siempre pensé que era una persona real», relata la mujer.

«Atracción mutua»

Cuando «John» desapareció, dice Helen, intentó seguir su rastro con los pocos indicios que tenía de él.

Los hechos ocurrieron en una época en que no se usaba Facebook ni teléfonos móviles. «Cada indicio que seguía o investigaba se volvía polvo. Y entonces empecé a sospechar quién era realmente este individuo».

«Fue extremadamente traumático. Desapareció sin dejar rastro. Poco antes de irse parecía un poco inestable y yo estaba muy preocupada por la posibilidad de que se hubiera suicidado. Así que pasé años desesperada tratando de encontrar qué le había pasado».

«Lo que descubrí casi 20 años después es que cuando estuve a punto de encontrarlo, la Policía Metropolitana se dio cuenta de que estaba investigando y lo trasladaron a otro país para evitar que yo descubriera la verdad».

«Y con eso prolongaron todo el daño y angustia que me causaron».

Scotland Yard argumenta que no autorizó ni dio «consentimiento tácito» a las relaciones. Y niega que éstas hubieran comenzado como «una táctica deliberada».

Según documentos legales a los que la BBC ha tenido acceso, la fuerza también niega que las mujeres fueran «embaucadas». Dice que las relaciones tuvieron lugar debido a «atracción mutua y sentimientos personales genuinos».

Sobre lo que piensa sobre esta línea de defensa, Helen Steel responde: «Eso es una sarta de sandeces porque ¿cómo es posible mantener una relación genuina que está basada en una red de mentiras?».

«Estos hombres nos dijeron que nos amaban, que querían compartir nuestras vidas por el resto de sus vidas y sin embargo sabían que su asignación iba a terminar en pocos años y que desaparecerían de nuestras vidas y nos dejarían desoladas».

«Eso no es amor. Eso es abuso».



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