Como cambian las cosas

Como cambian las cosas

Como cambian las cosas

Rafael Chaljub Mejìa

Dicen muchos analistas y opinadores que la resolución del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana del 19 de abril, y el triunfo de Luis Abinader en la convención del Partido Revolucionario Moderno han modificado el cuadro político nacional.

Lo primero, porque bloquea el paso a un aspirante presidencial de la categoría del doctor Leonel Fernández; y también porque mantiene empantanado y paralizado al PLD, que hasta entonces corría sin obstáculos hacia su reafirmación en el poder.

Sobre lo segundo, dicen también esos analistas y opinadores, que el triunfo de Abinader ha contribuido al cambio del cuadro político, porque ha puesto en el escenario un candidato fresco, situado con una alta valoración por todas las encuestas, sin objeciones en el campo moral y porque su presencia, ya en calidad de candidato presidencial, ha dado aliento a la posibilidad de una amplia convergencia de fuerzas opositoras que libre la batalla contra las pretensiones continuistas del PLD.

En esas circunstancias, y en esto coincido con los que dicen que la presión la tiene encima el PLD, como era previsible, el empeño en la reelección ha empezado por provocar malestar en el propio partido de gobierno; igualmente, la popularidad que las encuestas atribuyen al presidente Danilo Medina puede ser alta, pero tengo para mí que se disminuye en la medida en que la gente lo ve empeñado en hacer lo que siempre se ha hecho, cuando alguien logra sentarse en la bendita silla aquella.

Puede ocurrir que si el tranque se prolonga en el PLD y siguen los pugilatos, la gente experimente una sensación de hastío y de cansancio, y se vaya conformando un deseo mayoritario de salir de un partido que lleva ya tantos años de ejercicio ininterrumpido del poder. A veces los pueblos se fastidian de tanto recibir más de lo mismo y cuando esa sensación se afirma en la mayoría y se convierte en voluntad política nacional no hay maquinaria que detenga el deseo de cambio.

El desafío lo tiene la Convergencia en proceso de formación. A ella le toca abreviar el paso, sumar a su esfera electoral a todas las fuerzas que puedan ser sumadas y en base a aciertos e inteligencia política convertirse en punto de atracción de la aspiración de lo nuevo, en la alternativa válida del cambio progresista. Es su desafío y puede ser su gran oportunidad.



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