China más cerca

David Álvarez Martín

¡Por fin! Tarde, pero bien hecho. La República Dominicana estableció relaciones diplomáticas con la República Popular China y por supuesto rompió las relaciones con Taiwan. Junto con el establecimiento de la Relaciones con Cuba y la integración con América Central, son los principales grandes logros diplomáticos del PLD, luego de décadas de gobiernos timoratos más atentos a los guiños norteamericanos que a los intereses de nuestro país.

La rabieta del Senador Marco Rubio, en el mejor de los casos, es propio de su anticomunismo arcaico, que le ha servido para bloquear la apertura de Estados Unidos hacia Cuba, pero para más nada. Si tanta preocupación tiene por Taiwan debe impulsar que “su país”, no el nuestro, vuelva a tener relaciones diplomáticas con la provincia china insular. Curioso que el CONEP celebre con júbilo ese cambio…¿será que nuestro empresarios se han vuelto comunistas? Igual pasa con los grandes productores agrícolas e industriales de Estados Unidos que están ansiosos de poder tener comercio con Cuba. Pero es un asunto de Rubio y de los graves errores que Estados Unidos ha cometido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en los diferentes escenarios internacionales, incluida la presidencia de Trump.

China se presenta al inicio del siglo XXI como la potencia mundial con mayor impulso en producción e innovación, sin el lastre de una herencia de intervenciones militares en países que únicamente buscaban mayor democracia y justicia social, como ha sido el historial de los Estados Unidos. El anticomunismo como ideología imperialista que asesinó a millones de seres humanos y frustró tantas esperanzas de sociedades buscando justicia, es uno de los graves errores que contribuye a la decadencia económica y política del Estado norteamericano.

Lejos de verlos como aliados, nuestras sociedades latinoamericanas, y las del resto de los llamados países del Tercer Mundo, los perciben como enemigos de su desarrollo y estabilidad política en libertad. El caso de Juan Bosch es un buen ejemplo.

Un presidente como James Carter es una honrosa excepción en una galería del horror de golpes de Estado, invasiones que masacraron miles de personas y políticas de ahogamiento económico simplemente por que dicho pueblo no acepta la imposición imperial sobre sus legítimos interesases nacionales.

Tras bambalinas, en este histórico suceso, surge la digna figura de nuestra representante en la nación de Mao, la excelente diplomática Rosa Ng, que esperamos sea nuestra primera embajadora en China, pero se descubren además los turbios negocios de actores del gobierno que sacaban beneficio de las relaciones con Taiwan y bloqueaban esta decisión. Algún día se sabrán sus nombres y sus actividades tan perjudiciales para el desarrollo de nuestro país.

De China tenemos mucho que aprender. Su intolerancia a los funcionarios públicos y empresarios que son descubiertos en actividades corruptas. Su capacidad de mantener planes a lo largo del tiempo para garantizar su éxito. La cultura del trabajo y la innovación para generar riqueza. Su compromiso con el libre mercado como mecanismo para desarrollar mejores productos a precios más equitativos. Es una civilización de cinco milenios, con valores sociales y personales definidos por una larga tradición y la vista puesta a objetivos en los próximos siglos.

Una sabia decisión del actual presidente. Nos puso China a la mano.