Campeones del mundo

Campeones del mundo

Campeones del mundo

Corría 1996 y la selección francesa de fútbol no obtenía buenos resultados. Entonces Jean Marie Le Pen, líder del nazionalismo (sí, con z) francés, apareció ante las cámaras de televisión para decir que el problema radicaba en que el equipo estaba compuesto por inmigrantes (de origen o de ascendencia) y “no cantaban el himno como franceses de verdad”.

Dos años más tarde, la “gentuza” árabe, negra y de blancos pobres se convertía en campeones del Mundial de 1998. El país los amaba y los nazionalistas tenían que tragarse sus palabras. Zinedine Zidane, hijo de argelinos, era ídolo y líder de la escuadra.

Aquel discurso de odio no fue aislado ni casual. La élite de Francia ha desplegado una opresión racista permanente, unas veces velada y otras abiertamente. No es extraño, pues el mismo Estado nacido de la Revolución francesa mantuvo por años la esclavitud y el despotismo en sus territorios coloniales.

Hay que recordar el proyecto de la derecha (Chirac y luego con apoyo de Le Pen) para reformar el código de la nacionalidad en 1987, que consistía en suprimir la opción de adquirir la nacionalidad francesa mediante matrimonio y quitar el derecho a los hijos nacidos en Francia, que podían adquirirla por jus solis. Mucho antes, en 1927, se había instituido el régimen de excepción de “privación de la nacionalidad”, que el actual presidente Hollande y el ex primer ministro Valls (curiosamente ambos del Partido Socialista) pretendieron instaurar de manera permanente para cualquier persona sospechosa de “atentar contra el Estado”. Es decir, tanto la derecha tradicional como la nueva derecha bajo distintos títulos han sido precursores de la sentencia dominicana 168/13 -así como Trump la ha deseado para Estados Unidos- por más que los nazionalistas criollos se quieran adjudicar esa “creación”.

Asimismo, en 2005, un Sarkozy aún ministro de interior llamó a “limpiar de basura” los suburbios de inmigrantes argelinos y sus descendientes franceses, es decir de jóvenes como el campeón Zidane. El discurso ya no era el racismo colonial, sino la “seguridad interior” y las “amenazas contra la nación”. Basándose en ese discurso y en una alta abstención, en esa misma época el fascista Le Pen logró pasar a la segunda vuelta electoral, estremeciendo a Europa y al mundo.

Pasaron 20 años desde 1998 y de nuevo la “gentuza”, los negros hijos de argelinos y cameruneses como Mbappé o blancos descendientes de judíos y portugueses como Griezmann, se alzan como campeones mundiales.

La inmigración desde países pobres vistos como salvajes, amenazantes y antiguas colonias son ya el 7% de la población francesa y 78% de su selección de fútbol. Algo similar pasa en Inglaterra, Suiza y Alemania. Esto ratifica que la migración es un fenómeno mundial, forzada por el saqueo capitalista y reprimida con violencia: Entre 2014 y el presente unas 250,000 personas han cruzado el Mediterráneo huyendo de la miseria, el hambre y la guerra, y se contabilizan 10,057 muertes en la travesía. En el mismo período, se han registrado 1,164 emigrantes muertos en América.

¿Quiénes son los campeones del mundo? Lejos de los delirios nazionalistas, la razón y la realidad humana, con su belleza y su grandeza, le han dado otro trofeo a Francia, y sobre todo han desnudado la farsa de la demagogia, el odio, el racismo y la estupidez.



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