Busquemos el petróleo

Busquemos el petróleo

Busquemos el petróleo

La persistencia en importar petróleo aun cuando este esté disponible en el subsuelo del país, sería una decisión razonable siempre que redunde en el aprovechamiento de un menor costo y/o en la conservación de reservas estratégicas.

Pero dicho criterio es válido solamente hasta cierto punto puesto que además de considerar el menor costo aludido y la importancia de las reservas, es necesario también tener en cuenta otras variables que son tan atendibles, o acaso más, como los son las razones comerciales y los intereses geopolíticos envueltos en el asunto. A ese respecto, objetivos de mucha importancia, y relacionados con la importación, son los siguientes:

1. La obtención o conservación de la independencia energética del país importador
2. La disminución de la presión sobre el mercado cambiario, y
3. La conservación o el probable aumento del empleo en la industria petrolera criolla.

Por solo citar esos tres.

Cierto que no sería correcto consumir, hasta agotar en un breve plazo, las reservas petrolíferas de que se disponga. Pero tampoco lo sería auto-destinarse a vivir a merced del proveedor extranjero que desarrolla precios, volúmenes y calidades sobre los cuales el país importador tiene poco o ningún control.

Así las cosas, si tras decidir la extracción de nuestro petróleo, el barril criollo proyectara un costo, por ejemplo, de US$70, mientras el barril importado costara unos US$60, la diferencia de US$10 se vería como una potencial pérdida unitaria. Y si, como se informa en internet, el consumo del país anduviera en torno a los 125,000 barriles diarios, la pérdida económica por preferir el petróleo criollo se nos perfilaría para US$1,250,000 diarios = RD$55 millones diarios calculados al 44 X 1, y esta pérdida representaría el precio bruto que el país pagaría por alcanzar las tres variables arriba numeradas.

Pero a esa pérdida de RD$55 millones diarios provocada por la extracción del petróleo criollo deberá rebajársele la reducción general que ésta produciría en la tasa de cambio puesto que la demanda diaria de US$ en el mercado de divisas será mucho menor, dado que ahora el país ya no necesitaría comprar los US$7.5 millones diarios que le costaba el petróleo extranjero que ya no importará.

Aun sin disponer de un estudio de sensibilidad de la tasa de cambio actual, la declinación de esta podría asumirse conservadoramente en apenas RD$5 por cada dólar. Así, el dólar pasará a cotizarse a RD$39 X 1 en vez de RD$44 X 1 como en la actualidad.

Es por ello que la tasa de cambio de los dólares que el Estado suele obtener en el mercado libre para pagar sus préstamos internacionales y cubrir sus gastos externos ya no sería de 44 X 1 sino de 39 X 1 (= 44 – 5).

Si, por ejemplo, la erogación prevista por ese concepto fuese, como suele decirse, cercana al 30% del presupuesto nacional (RD$625,000 MM X 0.30 = RD$187,500 MM) tendríamos que su importe diario sería de aproximadamente RD$514MM cifra que, al 44 X 1, rendían para comprar solamente US$11.7 MM diarios mientras que al 39 X 1 rinden para US$13.2MM diarios. Así, el ahorro del gobierno será de US$1.5 MM diarios = RD$66 MM diarios suficientes para absorber la pérdida bruta de RD$55 MM diarios antes señalada.

Lo anterior significa que esta vez no debiéramos permitir, como lo permitimos en 1980, que interés alguno, local o extraño, pueda interferir para desmoralizar el proyecto de desarrollo petrolero del país alegando cada motivo como entonces (bajo volumen o bajo precio, etc) para mantenernos en la dependencia energética.

En aquellos años se argumentaba que el precio de entonces no era rentable, pero con los años ese precio se multiplicó por cinco y hasta por seis mientras, en el ínterin, RD desembolsó y sigue desembolsando miles y miles de millones de US$ para pagar el petróleo y el combustible extranjeros.



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