Buena relación, sin dependencia

Buena relación, sin dependencia

Buena relación, sin dependencia

En sus inicios, el rey Enrique VIII estaba entre los monarcas europeos que mostraban más devoción al papado.

El papa Julio II le solía dispensar un trato complaciente, en especial si las gestiones permitían fortalecer sus influencias en la corte española y la inglesa, los dos mayores imperios del siglo XVI.

Sin embargo, con el papado de Clemente VII las complacencias fueron reduciéndose, al punto que le fue negada la anulación del matrimonio con Catalina de Aragón, para que así el monarca inglés pudiera casarse con Ana Bolena.

Enrique VIII descubría entonces que eran cosas diferentes el llevarse bien con la Iglesia y el depender de la Iglesia.

El monarca prefirió crear su propia Iglesia (la anglicana) y a partir de entonces a veces se llevaba bien con la Iglesia originaria (la católica) y a veces se llevaba mal. Así afianzó su reinado, las expropiaciones a los sacerdotes le permitieron llenar sus arcas y de paso se casaba con quien quisiera, cuando quisiera.

Las estructuras políticas dominicanas aplican a los empresarios la lógica que Enrique VIII aplicó la Iglesia. Estas han querido llevarse bien con los empresarios, pero no depender de ellos. Así, cuando llegan los tiempos de disgustos la Monarquía no corre peligro.

Quisieron ver en Odebrecht a su cardenal Wosley, para que los condujera a romper la dependencia, pero a diferencia del hábil cardenal británico, la transnacional brasileña sí ha puesto a tambalear las monarquías políticas.



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