Belleza versus tinieblas

Belleza versus tinieblas

Belleza versus tinieblas

He sido orgullosa legataria de una gran herencia intelectual del genial escritor y filósofo existencialista francés, Premio Nobel de Literatura Albert Camus ( ).

A él debo la apertura de mi entendimiento desde muchos años atrás, a la comprensión de las tantas situaciones que ocurren en el mundo caótico postmoderno que nos has tocado vivir, y me ha enseñado a buscar algún sentido a la locura y a la existencia ilusoria de los seres humanos aquí inmersos.

La irracionalidad nos arropa con impensables y macabros eventos de matricidios, filicidios, incestos y violaciones que bien merecen consecuencias punibles inexistentes en Occidente. Todo nos conduce a pensar que nuestra animalidad inherente e irracional se exacerba para sustituir al hombre racional que nos difiere de la bestia pura.

Filósofos, psiquiatras, pensadores y escritores tratamos todos de dar un sentido a estos acontecimientos nunca antes vistos con tanta frecuencia. Nos encontramos con un obstáculo infranqueable que nos impide ofrecer una solución adecuada a estos monstruosos problemas de la humanidad actual.

Las guerras fratricidas no cesan. Las desmedidas migraciones en la tierra no disminuyen, dejando a su paso un fortísimo torbellino de culturas e identidades que se diluyen en el largo camino del sufrimiento. Sin poder ignorar que dentro de estas migraciones se entremezclan

“mansos y cimarrones” aguerridos y dispuestos, como ya hemos comprobado de sobra, a aniquilar un mundo civilizado opuesto radicalmente a sus creencias religiosas y existenciales asesinas y suicidas. Por otro lado, la naturaleza parece tomar venganza contra las atrocidades cometidas en su detrimento por la humanidad anestesiada. La naturaleza pone su poderoso freno vociferando con hechos un “hasta aquí llegamos”.

Terremotos implacables, erupciones volcánicas se despiertan de un largo letargo; el cambio climático inminente , aun sin los excesos cometidos por la inconsciencia del hombre. Se derriten los hielos de la Antárctica como ciclo evolutivo del planeta, puesto que allí apenas sobreviven escasas poblaciones animales y humanas.

Sin embargo, entre las tinieblas se abre un panorama optimista que nos llena de alegría cuando las estadísticas muestran el decrecimiento de la pobreza extrema en Nigeria y en el Congo, aunque todavía queda mucho por hacer para la desaparición total de la miseria humana.

Retornando a mi gran legado de luces encendidas por Camus en el estudio de su pensamiento y entre sus muchas obras como son “El extranjero”, “La plaga”, “El mito de Sísifo”, entre tantos, me atrevo a escoger un opúsculo titulado “Verano”, donde su genio literario logra paroxismos inalcanzables en sus inquietudes existenciales.

Metáforas inigualables sobre sus recuerdos en su amada Argelia, donde exalta su gran veneración por la belleza de la naturaleza, por el descollante poder de la juventud, y sobre todo, por la defensa de la vida y de la justicia que plasmó en casi todas sus obras. Finalmente, me adhiero con gran fervor a unas palabras inscritas para la historia, donde nos exhorta a actuar ya que “puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”.



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