El valor de la escuela
El fruto de las escuelas que funcionan en el país de las organizaciones de Grandes Ligas está siendo palpado por diferentes áreas de la vida nacional.
Es evidente que el manejo de los jóvenes peloteros, que eran vistos de manera diferente por la  forma de comportarse y expresarse, ha cambiado bastante.
El pasado miércoles el director de EL DÍA, Rafael Molina Morillo, quedó impresionado con el manejo de la conversación que tiene el joven jugador Nelson Cruz. Podría ser muy fácil señalar que el caso de Nelson es diferente porque es hijo de los educadores Nelson y Milagros.
Sin embargo, es justo señalar que las organizaciones de Grandes Ligas se han esforzado porque los jóvenes prospectos, que en la mayoría de los casos no saben leer ni escribir, eleven su nivel de conducta ante la sociedad que los rodea. Por esa razón, desde que llegan a las academias de béisbol se les enseña el idioma inglés, a comer, a  vestirse, a expresarse correctamente, y en combinación con el banco BHD a cómo manejar su dinero. He visto que las organizaciones de los Metros de Nueva York y los Piratas de Pittsburgh tienen programas externos escolares para que los jóvenes puedan avanzar en sus estudios primarios y secundarios, algo muy valioso para ellos fuera del béisbol.
En el invierno pasado, el lanzador Antonio Bastardo, de los Filis, me contó que asistió en diciembre a una convención que se realiza durante tres días para los jugadores de primer año en las Grandes Ligas, donde el objetivo principal era aprender a cómo manejarse con la prensa, a cómo sentarse a comer en una mesa, a cómo manejar sus finanzas y saber las personas que deben tener a su lado. Incluso, a cómo defenderse de  las mujeres llamadas “scouts” que asisten a los estadio y a los hoteles, donde se alojan.