Aviones de papel

Aviones de papel

Aviones de papel

Farah Hallal

Todo lo que vuela me gusta. Las aves. Los globos. Lo hermoso de los fuegos artificiales cuando desmigajan su absurdo luminoso en el cielo. Los aviones que mi niñez conoció como capuchines. Y, muy especialmente, mi imaginación.

¿Será que llevo en la sangre el espíritu nómada de los navegantes fenicios? He viajado poco, para lo que me gustaría. Y de jovencita de secundaria quise estudiar Ciencias Políticas o Diplomacia, pero ya no las impartían en la universidad que me becó.

“Post mórtem” coqueteo con temáticas afines y sueño. De lejos sueño con un servicio exterior a la altura de lo que merece nuestra nación. Se habla de importar y exportar. De promover el país como destino turístico. De acuerdos y convenios.

De repatriados y trámites. Pero, ¿trabajan los Ministerios de Servicio Exterior y de Cultura, inspirados en unas políticas culturales comunes?

Son muy conocidos los testimonios de agregados culturales maniatados sin presupuesto para promover la cultura dominicana en el exterior, asistir a los eventos importantes del país en los que sirven, de verse obligados a responder a una jerarquía política y no a un proyecto de país con un presupuesto anual que permita ejecutar proyectos culturales previstos.

República Dominicana necesita, además de la juiciosa depuración que dice llevar a cabo la gestión del canciller Andrés Navarro, del diseño urgente de una política cultural para el Servicio Exterior que vaya en sintonía con una política cultural a lo interno del país. Los jóvenes formados en el desarraigo de su inserción en un país distinto, podrían ser los destinatarios naturales de nuestros esfuerzos en el aspecto cultural en el exterior.

Alguien tiene que darles acompañamiento a estos jóvenes para que no sean las bandas quienes les ofrezcan un lugar especial.

¿Quién conoce a nuestros poetas en el exterior? ¿Quién nos representa en los recitales? ¿Qué autores caben en las antologías y son estudiados en las universidades del exterior?

¿Quién nos promueve en colectivas de arte plástico o en festivales teatrales?

Necesitamos una agenda programática en la que el arte quede completamente desvinculado de la política en el sentido de que nuestros artistas no necesiten izar pancartas en una esquina del malecón para garantizar un puesto en un ministerio que les permita cruzar el océano para darse a conocer o hacer algo por su patria.

No necesitamos agregados culturales montados en aviones de papel. Ni intelectuales que vendan su conciencia para cobrar un cheque.



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