En mis años como circulista y luego miembro del PLD nos rotábamos el cuidado de la Casa Nacional durante las noches porque debía estar abierta siempre. Bosch indicaba que el Estado debe funcionar las 24 horas, los 7 días de la semana y por tanto un partido con vocación de poder debía estar por igual abierto todo el tiempo.

El Estado, no el gobierno, es la estructura que sostiene la soberanía de un pueblo y su ordenamiento institucional.

Con el apagón del pasado sábado, los incendios provocados en zonas forestales y la entrada de la mosca del mediterráneo, debemos preguntarnos si el Estado está funcionando.

Podemos añadir a esos casos muchos más: el control del tránsito permanentemente, la vigilancia profesional de la frontera o la preservación de nuestras fuentes acuíferas para garantizar el agua potable.

Todos esos casos son muestra que nuestro Estado no se hace presente para prevenir los problemas de toda la sociedad.

Cuando un gobierno es instaurado cada 4 años, no sólo el ejecutivo, sino también el Congreso y las autoridades municipales, su deber principal es preservar y afianzar el poder del Estado para el servicio de la sociedad y su progreso.

Faltar a ese deber es grave, ya que pone en cuestión su misma legitimidad.

Permitir que los servidores públicos del Estado -que no son del gobierno- se corrompan o sean ineficientes en sus funciones debilita el poder del Estado. Sin un Estado racional y eficiente no hay sociedad que avance.