Aumento  del petróleo hace que el  mundo sea más pequeño 

Aumento  del petróleo hace que el  mundo sea más pequeño 

Aumento  del petróleo hace que el  mundo sea más pequeño 

 De la mano de  Jeff  Rubín, un economista de los más reputados en los mercados financieros  de Canadá en las últimas décadas, director y  estratega de CIBC World Markets, que, en  medio de la coyuntura del aumento del petróleo, el alza de  los alimentos y la crisis energética hacia la que nos dirigimos y el impacto que esta tendrá sobre la globalización y la forma de vida de la sociedades industrializadas, me permito compartir con ustedes esta reflexión sobre este importante desafío, de su  libro “Porque el mundo está a punto de hacerse mucho  más pequeño”.

Un futuro cercano

Preparémonos para un mundo más  pequeño.  Muy pronto, nuestros alimentos procederán de un campo mucho más próximo  a la residencia, y las cosas que compremos  probablemente  provengan de alguna fábrica de los alrededores, y no de una de la otra parte del globo.

 Casi seguro que iremos menos en coche y andaremos más, y eso significa que compraremos y trabajaremos más cerca de casa.  Nuestros vecinos y nuestro barrio van a cobrar mayor importancia en el mundo empequeñecido de un futuro en modo alguno distante.

En la economía global, nadie piensa en la distancia en millas o en kilómetros, sino en dólares. Si el petróleo es barato, no importa realmente lo lejos que esté una fábrica de un punto de venta, o el campo del agricultor del supermercado.  Lo que determina qué ocurre y dónde,  es el coste de otras cosas, por ejemplo la mano de obra o los impuestos.  Un salmón del Atlántico pescado en aguas de Noruega está destinado a que lo transporten por todo el mundo, como se transporta un rodamiento o un microprocesador.

Más complejo

Pues esto es lo que ocurre, no se trata sólo de aquel salmón.   Pese  al constante aluvión de noticias sobre el cambio climático, y pese a una conciencia cada vez más clara de la posibilidad de que nuestro opulento estilo de vida puede tener  unas consecuencias  nefastas para el medio ambiente, pocos somos los que nos detenemos a pensar en que todo lo que constituye nuestra vida está construido en torno al consumo de energía.  Casi todo lo que hacemos está  inextricablemente ligado a ello.

Pero la cosa es aún peor.  Mucho peor.  Toda esta energía vale dinero y  se encarece  día a día. No todos los días, por supuesto, la recesión que pareció sorprendente  en 2008 provocó que los precios del petróleo bajaran  de forma espectacular. 

Pero hasta las recesiones  más de un año. 

 Aquellos precios empezarán a subir muy pronto.  Y se mida como se quiera, la energía de aquel pescado–calorías, kilómetros, julios o barriles petróleo–, es inevitable que su precio  también aumente.

Estudiar el petróleo

En 2002, Campbell contribuyó a formar una heterogénea organización llamada Association for the Study of Peak Oil, con el objetivo de estudiar las existencias de petróleo en el mundo.  Con la experiencia de muchos años en ese campo, el grupo de geólogos, de avanzada edad y jubilados en su mayoría, que habían explorado el planeta para Shell, BP, Total y todas las demás grandes compañías,  elaboró una gran base de datos que hacía un seguimiento del agotamiento de todos los principales yacimientos petrolíferos en producción del mundo.

Los resultados

 Y cuando lo juntaron todo, la imagen que resultó del crecimiento de las existencias mundiales de petróleo era muy distinta de la que sus antiguos patronos mostraban.

  El índice de descubrimientos caía sistemáticamente, y el del agotamiento de los yacimientos crecía de forma también inexorable. 

Si el modelo actual se mantiene activo mucho tiempo, muy pronto empezará también a bajar la producción mundial.

Recesión global

Una recesión global, aparte de adormecernos con una sensación injustificada de optimismo sobre la futura dirección de los precios del petróleo, no hace nada en absoluto ante el hecho inevitable de que su producción  está a punto de estancarse brevemente en el punto más alto, mientras el consumo continúa subiendo en todo el mundo.

 Las recesiones no mitigan nuestra dependencia del petróleo; sólo reducen un poco el apetito que nos despierta.  Cuando empecemos a sentirnos un poco mejor, pasaremos a engullirlo de nuevo, y es muy posible que nos quedemos con hambre.  Porque, a diferencia de otras crisis del petróleo, cuando esta crisis haya cesado, no hay que esperar que se estimule más la oferta.

Mil usos y necesidades

En particular, los alimentos nos van a costar mucho más; de hecho, no dejan de encarecerse. 

 Eso que quemamos en nuestro coche es lo mismo que el agricultor de Iowa necesita para sembrar y recolectar el maíz (por no hablar del gas natural que se precisa para fabricar abonos).  

Es lo mismo que propulsa los camiones, aviones y barcos que transportan todo, lo mismo que se emplea como materia prima de la industria petroquímica que produce los plásticos y los productos farmacéuticos.

 Es el carburante que la marina emplea en sus barcos, y lo que el gobierno local requiere para  que funcionen   los cortacéspedes que tan bonitos  dejan los parques. 

Alguien tendrá que pagar todo esto, y  menos petróleo significa menos dinero.  Habrá que enfrentarse a decisiones difíciles. 

La pregunta a responder es:   ¿decidiremos reinvertir en una economía global y unas infraestructuras que nos mantienen atados al consumo de petróleo por cada dólar, euro o yen de riqueza que  producimos?

 De ser así, nos entregamos a un pernicioso ciclo de recesiones y recuperaciones que se repite una y otra vez, mientras la economía continúa dándose de cabeza contra el precio del petróleo.   Si seguimos este camino, el peak oil, el cénit del petróleo, conducirá pronto al del PIB.



Etiquetas