Este país es un “paisaje” donde históricamente se ha apostado al olvido, al punto de que en momentos de crisis , en especial en los años 40 del pasado siglo, el “vulgo” propalaba a todo pulmón que el “mal comío no piensa”, lo que impedía a la mayoría de ese grupo retener en su mente hechos y acontecimientos de importancia, ya sea de interés personal o general.

Esa propaganda tenía por finalidad, y todavía tiene, porque no se ha erradicado por completo, silenciar a los más débiles en la búsqueda de reivindicaciones, principalmente económicas y políticas.

Pero todavía hay sectores con mucho poder, en todos los frentes, que siguen apostando al olvido de las mayorías, como puntal para acallar reclamos, a veces fundamentales.

Es una vergüenza y un bochorno que organismos llamados a administrar justicia y recursos, silencien escándalos y fraudes.

Nadie puede entender que propiedades del Estado, que en teoría son de todos los ciudadanos de este país, sean robadas y detentadas, a pesar de denuncias y sometimientos ante las autoridades que deben velar por su reguardo y conservación.

¿Cómo puede justificar el flamente procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, que a casi tres años de que el ministerio de Deportes sometió un expediente sobre el robo de parte del complejo La Barranquita, de Santiago, todavía no ha dicho esta boca es mía?

Todo indica también que el propio Ministerio de Deportes, después de someter el expediente, no ha hecho presión para recuperar las propiedades que pertenecen al complejo.

Ante todo lo expuesto, no hay duda que se sigue apostando a la mala memoria.

Los dirigentes y cronistas deportivos de Santiago, que reclaman hasta que les colocan anuncios en sus programas, nunca se han pronunciado al respecto. Tampoco el Comité Olímpico Dominicano.

¡Dios mio! ¿Qué es lo que está pasando? ¿A qué obedece tanta desidia y desinterés en la defensa de los mejores intereses de la mayoría de los dominicanos?