Aquí estamos, Manolo, al pie del cañón

Aquí estamos, Manolo, al pie del cañón

Aquí estamos, Manolo, al pie del cañón

Rafael Chaljub Mejìa

Acaban de cumplirse cincuenta y tres años de tu muerte y vengo a decirte lo que te digo cada año. Aquí estamos, Manolo, con tu nombre insigne en el recuerdo y tus enseñanzas en la conciencia.

Parecería un ritual, pero hay que repetirlo, porque en estos tiempos de inconsecuencias y claudicaciones, el carné de la militancia revolucionaria hay que renovarlo diariamente.

Porque tu ejemplo de valor y sacrificio hay que mantenerlo vivo, so pena de que las nuevas generaciones te olviden y la indolencia termine de enterrarte.

Porque considero mi deber el reiterarte que como fui tu soldado en las montañas, sigo siendo obediente a tu consigna de no dar un paso atrás ni aún para coger impulso.

Te lo repito, inolvidable líder Manuel Aurelio Tavárez Justo. Así como con tu prédica y tu práctica señalaste el horizonte de lo que había que hacer en aquel tiempo, aún hoy sigues marcando el rumbo de todo lo que falta por hacer para que tus ideales cristalicen a plenitud y la auténtica democracia, la justicia que siempre te negaron, la limpieza moral en el ejercicio de la política de la que tú fuiste abanderado, la redención social y la liberación de nuestra patria, se conviertan en realidad.

Han transcurrido los años y ante lo inadvertido que ha pasado el luctuoso aniversario de tu muerte en las montañas, tal vez no esté demás acompañar a quienes no se cansan de ratificar fidelidad a tu memoria, y repetirte lo que te digo cada año.

Aquí está tu discípulo, el que de tu mano, en octubre de 1962, se encontró con la doctrina marxista-leninista y contrajo un matrimonio sin divorcio con ella.

Aquí está el que como soldado raso cerró filas junto a ti y lloró tu muerte desde una celda en La Victoria, a la que fui a parar como sobreviviente de la empresa bélica en que caíste mártir hace ya cincuenta y tres años.

Cierto, Manolo, el paso de los años se llevó al joven sobrado de agilidad y fuerza física que se fue contigo de insurrección a la manigua, pero no importa.

Aquí está el viejo, con más fuerza moral y espiritual que nunca, con tu bandera en alto, al pie del cañón y con la mecha en la mano, de donde nada ni nadie ha de moverme.



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