Apuesto a la “crisis de la crisis” en la UASD

Apuesto a la “crisis de la crisis” en la UASD

Apuesto a la “crisis de la crisis” en la UASD

Cuando ingresé a la UASD como estudiante, en el que año 1975, aún se mantenían las viejas pugnas de la guerra fría entre el entonces imperio ruso y el imperio norteamericano.

Eran los tiempos de las contradicciones nacionales entre los adeptos del comunismo ruso y los del comunismo chino.

Recuerdo aquellos tiempos porque en los pasillos de la Facultad de Humanidades de la UASD eran muy frecuentes esas discusiones entre “camaradas” de los dos bandos ideológicos.

La verdad es que de vez en cuando veía terminar la discusión con la siguiente expresión: “y cómo dice el camarada Ho Chi Minh, hay que apostar a la crisis de crisis».

Esa expresión cae como anillo al dedo en lo referente a la actual situación política y académica de la UASD: De no proceder el reclamado saneamiento o los necesarios cambios que reclamamos, debemos hacer que los problemas se agraven más, o se profundicen de tal forma que, cuando logremos despertar y nos miremos en nuestro propio espejo, el asombro sea tal que no haya excusas para cambiar de rumbo o sucumbir.

Ya no hay asombro en nuestra situación como academia. Estamos llegando al colapso y parece que a nadie le duele la gravedad de este paciente.

Todos nos estamos quedando en la observación, sin actuar de manera decisiva hacia la obtención de las transformaciones internas.

La UASD necesita de una urgente reigeniería institucional, administrativa y académica. ¿Qué esperamos? Demos el salto.

Tal parece que queremos seguir de quejas en quejas… sin dar pasos concretos rumbo al saneamiento institucional.

Eso nos corresponde a nosotros hacerlo desde adentro, sin la intromisión de terceros interesados en seguir perjudicando a nuestra academia, posibles aliados de algunos miembros del actual consejo directivo de la Faprouasd.

La actual situación por la que atraviesa la UASD amerita de cautela: se trata de una encerrona para irla empujando a crecientes aislamientos de las políticas estatales del financiamiento a la educación superior pública en este país y eso no se enfrenta con bravuconerías, huelgas, ni marchas verdes, blancas, moradas ni coloradas.

El poder se enfrenta con el comedimiento y la astucia del dirigido. Si en verdad somos “los pensantes”, pensemos y actuemos desde la pragmática de la academia, produciendo y haciendo generar conocimiento.

No es suficiente jactarnos en decir que somos los que más libros publicamos de todas las universidades del país, si no promovemos esa producción hacia afuera, creando áreas de venta de nuestros libros fuera de la sede, recintos, centros y subcentros de la UASD.

No es suficiente con decir que le damos al país más egresados cada año que todas las investiduras juntas de las demás universidades nacionales, si junto a esto no hacemos eficiente y/o eficaz la Fundación de Egresados de la UASD, la cual nada más se menciona al ser invitada, a veces, en octubre de cada año, al celebrar el aniversario de nuestra institución.

De qué nos sirve decir que producimos en Engombe el mejor queso del país, con la calidad suficiente para ser vendido a nivel nacional e internacional y que tenemos el mejor yogurt, si no lo ubicamos en todos los supermercados nacionales, o creamos centros comerciales apropiados para su venta a nivel nacional e internacional. Ya es tiempo de actuar con el pragmatismo del necesitado en tiempo de limitaciones económicas:

¿Nos falta creatividad o nos conviene asumir una gerencia inactiva? ¡Despertemos de este grave letargo!!!
La UASD no debe ni puede seguir mendigando un mejor presupuesto para seguir subsistiendo ante el Estado dominicano, sin que antes se disponga a una reingeniería en toda su oferta curricular y su apego real al crecimiento humano de la nación dominicana, de cara a la Ley Orgánica de la Estrategia Nacional de Desarrollo de la República Dominicana 2030.

No es posible seguir jugando al autoengaño, al carecer de la voluntad política de reinventarnos y tirar a la calle nuestras nimiedades ideológicas, para darles cabida a las reformas que ya amerita la actual estructura institucional, administrativa y académica que nos legó el ya caduco e importante Movimiento Renovador de 1966, el cual, desde 1980, comenzó a oxidarse en su propio engranaje de acción.

De qué nos vale decir que somos los que más investigamos, si al final nuestras investigaciones se ven corroídas por las polillas, porque no son mercadeadas en los espacios de difusión pertinentes, hasta demostrar al mundo lo que investigamos, aunque carezcamos de un nicho de patentes y de gran cantidad de registros de autoría de derecho de propiedad intelectual.

Esto hay que decirlo de manera responsable, para que, dentro de las necesarias reformas, esos baches se corrijan, para bien de la UASD y de nuestra sociedad.

Insisto en que esta gestión universitaria tiene en sus manos la mejor oportunidad para salir airosa, por la puerta ancha, al dar el primer paso para que se inicie el saneamiento y la reforma académica e institucional en la UASD.

Reitero que, nada más con modificar el sistema de elección de las autoridades, es suficiente para la gestión y, en particular, el Rector, se case con la gloria.

De lo contrario, l o reitero, nos recitarán aquel melancólico verso del poeta azuano Héctor J. Díaz que dice así: “Pasarás por mi vida… sin saber que pasaste/Pasarás en silencio… cual amargo contraste del amor de quererte/ y jamás lo sabrás”//.

De no darse ese paso de reformas en la UASD, no me queda otro camino que seguir apostando a la “crisis de la crisis” para que, a lo interno, podamos despertar un día entre rotos espejos y sin poder mirarnos unos a otros… ciegos de machepismo y sin una pizca de asombro.

Hagamos nosotros, ahora, los cambios necesarios o nos quedaremos atrapados por el tiempo, desprovistos de iniciativas y sin esperanzas para renovarnos, porque “el hombre del maletín”, sin darnos cuenta, ya habrá hipotecado hasta nuestras utopías y ese esperpento es también parte de mi tesis de llevar a la UASD a la “crisis de la crisis”, para, desde adentro, nosotros mismos reinventarla, como sucedió en la Universidad Nacional Autónoma de México, desde una “Operación UNAM”, teniendo en cuenta que interactuamos en un mundo cada vez más globalizado, sustentado por el conocimiento y la innovación.

*Por Julio Cuevas



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