Escucho las quejas por el gabinete del nuevo presidente; me parece que olvidan algunos aspectos importantes.

Danilo Medina en teoría representa un nuevo gobierno, pero en el fondo es la continuación de un partido político que ha ganado las últimas tres elecciones.

No es posible que siendo todos compañeros de partido y habiendo, muchos de ellos, realizado su papel para que se lograra el triunfo el pasado 20 de mayo, simplemente se les pague con un gracias y para su casa.

Más aún, debo coincidir en que al manejarse sin la técnica de tierra arrasada (que no pocos anhelamos), el primer mandatario revela un fino tacto para mantener el panorama libre de controversias, que por demás, serían estériles.

¿Alguien se imagina comenzar un nuevo gobierno del PLD sin Euclides, Franklin o Alejandrina, buques insignias, les guste o no?

En ese mismo orden, hay muchos ratificados en el equipo económico. ¿Cómo sustituirlos de golpe y porrazo? Por lo menos, hasta que ese toro peligroso que es la economía no sea lidiado por el nuevo gobierno, me parece prudente que los Temo, Albizu, etc., permanezcan con sus capas en el ruedo.

Las quejas van también en relación con uno que otro personaje nombrado o ratificado pero que ha sido vinculado a actos de corrupción y, sobre ese punto, hay una manera muy sencilla de enjuiciar a Danilo Medina; lo haremos con un ejemplo:

¿Se acuerdan cuando en la escuela en la clase del profesor “x”, uno lo ponía de mojiganga?, ¿a que no nos atrevíamos a hacer lo mismo en la clase del profesor “y”? ¿Acaso no éramos los mismos alumnos en clase?

En lo adelante será el jefe de estado quien deberá fijar los límites en su aula gubernativa.

Apenas lo que se ha hecho es designar; creo firmemente en que debemos esperar para ver actuar.

Estamos ante un grupo de gente buena recién designada, y tienen un elemento en común: son la gente de Danilo.

Apostemos a ésos.