Algo huele mal en la Policía

Algo huele mal en la Policía

Algo huele mal en la Policía

Algo huele mal, y no es necesariamente en Dinamarca, sino en el seno de la Policía Nacional. Duele decirlo, a muchos les molesta que se repita, pero peor aún es callarlo.

¿Qué tanta delincuencia hay en una institución supuesta a ser garantía de orden y seguridad, que ni a fuerza de palos, como los burros, coge cabeza?

¿Cómo se concibe que un agente sea al mismo tiempo un delincuente? ¿De qué Seguridad Ciudadana podemos sentirnos orgullosos, si de cada tres bandas de delincuentes desmanteladas en dos de ellas figuran policías entre sus integrantes?

¿Qué es esto? El caso más reciente de permeabilidad de la Policía ocurrió con el robo en la residencia del embajador haitiano, Fritz Cineas, perpetrado, según la propia jefatura de la institución, por cinco individuos, de los cuales dos son cabos de la institución y otro un marino.

Aún espanta el escándalo de la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía (Dican), cuyo coronel ejecutivo y otros policías, conjuntamente con dos fiscales, están siendo procesados por la sustracción y posterior venta de 950 kilos de cocaína ocupada en una requisa domiciliaria en el sector Isabelita, en Santo Domingo Este, droga que se le reputa a un perseguido de narcotráfico.

Pero el rosario de hechos delictivos de los agentes es para que una rezadora se pase el día hincada en una iglesia y, cuidado, si excede la semana rezando.

En diciembre pasado fueron cancelados 14 policías por su vinculación a la delincuencia, pero en enero, sin incluir los del caso Dican, ocho agentes fueron acusados de hechos delictivos, amén de las 12 expulsiones registradas en febrero.

A ese ritmo de reincidencia en el crimen, evidentemente que ninguna reforma policial sería suficiente si no hay un perfil definido de la vocación de servicio de los agentes.

Se argumenta el bajo salario que perciben, y, sin embargo, una cantidad apreciable de los enrolados utilizan sus armas de reglamento, placas y uniformes para hacer todo lo contrario a su misión de prevenir y garantizar el orden y la seguridad.
A modo de ironía, para acabar la mala imagen que arrastra la institución, se debe suprimir el cargo de “jefe” por el de director…



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