Al otro extremo, los indultos y la esperanza moribunda

Al otro extremo, los indultos y la esperanza moribunda

Al otro extremo, los indultos y la esperanza moribunda

“Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad están  orientadas hacia la reinserción social de las personas  condenadas… Art. 4O, numeral 16- Constitución Dominicana.” Dentro de las atribuciones que  la Carta Magna le confiere al Presidente de la República está; (Art. 129: literal J) “Conceder indultos los días 27 de febrero, 16 de agosto y 23 de diciembre de cada año, de conformidad con la ley y las convenciones internacionales.

El presidente por sus múltiples ocupaciones, para corregir entuertos y evitar que le metan gato por liebre o  que se haga negocio amparado en esta prerrogativa, ha descansado  la responsabilidad proponente en una junta de notables y representantes de núcleos de opinión, creando un escenario de participación colegiadas bueno y democratizante.  Sin que esto implique su suplantación ni una merma de su autoridad, el siempre podrá ejercerla porque le es exclusiva y como en la jerga popular, dar batazos largos y no pisar esa base. ¡Pero por Dios no pongamos a los políticos en esos aprietes!   

Conozco al vocero de la Comisión de indultos y soy amigo de uno de sus hermanos, sé de la verticalidad, reciedumbre y su vocación al servicio por los más depauperados, pero esta vez al referirse a los potenciales beneficiarios de la gracia presidencial no lució así. Parecía arrogante y definitivo, y sus palabras, quizás sin proponérselo,  provocaron la remoción de un joven talentoso, director de sistema penitenciario, aparentemente sin causa justificada, o víctima del momento político.

¿Cuál es el objeto del indulto? En principio esta palabra está ligada al lenguaje teologal y casi cortocircuita con la indulgencia. Conceder esa gracia o perdón aunque es un gesto humano, circunda a una determinación espiritual, por lo que festinarse, jugar al populismo del martirologio o envolverlo en el manto de la duda que genera el tráfico influencias y recursos, sería fatal.  Esto se entiende muy bien por los comisionados.

El hecho de que haya una comisión de personalidades designada por el presidente, para que auxilie con la transparencia del proceso es halagador y equilibrante, pero que esta asuma el papel de censor y freno no se ve de lo mejor.  Una gracia presidencial, un perdón no debe ser solo para enfermos terminales, estos están bien calificados para la acción de sacramentar en libertad, al fin y al cabo la muerte lo libera todo. Al expirar se expían todas las culpas materiales y hasta la acción pública perime. Este no debe ser el objetivo del indulto.

La contrición real y motivadora debe ser incentivo para que gente físicamente saludable  con un corazón arrepentido pueda regresar a la sociedad y reintegrarse como farol reconstruido. No me refiero a los que en su accionar han ofendido y lastimado hondamente la sociedad y su sistema productivo, entre los que se encuentran personalidades del mundo de los negocio y banqueros que estrujaron su opulencia a los ojos colectivos de la escases e hicieron miserables a muchos, porque estos, por no saber administrar su vida opípara, deben purgar hasta el último día, su desafuero y demostrar  su utilidad, como mal ejemplo.

Casi mil solicitaron indultos y solo seis fueron seleccionados, por encontrarse en la sala de espera de lo inevitable, algo anda mal.  Este país ya no resiste una fábrica de guiñapos.  Se necesita liberar hombres sanos convertidos a bueno para que produzcan y demuestren su cambio y no solo material para sarcófago.

Nadie se atreve a proponer la liberación de alguien.  Populismo penitenciario a la inversa. Venganza judicial por el túnel del miedo. Esto no habla bien de la comisión que debe imponer su prestigio y entereza no su manifiesto inquisidor.                                                                                                                                                                                               La sociedad necesita un mecanismo capaz de evaluar de manera pulcra, objetiva y transparente la conducta de los privados de libertad para cumplir con el espíritu del mandato constitucional al presidente, porque a la sociedad se la están poniendo difícil. La Generosidad y el amor al prójimo son valores visualizables.

 Cuando la libertad es la regla debe haber mecanismos de incentivo que permitan recuperarla, no se puede matar la esperanza.  Hay que recordar que cuando la caja de pandora parecía estar vacía aun quedaba allí la esperanza.



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