Hace varias décadas que los gobiernos que se suceden declaran una guerra frontal contra la pobreza. O sea, hace varios decenios que estamos en vías de erradicar la pobreza.

Son tareas pendientes, además, convertir a cientos de miles de analfabetos en personas letradas, sacar a los hombres, mujeres y niños que habitan zonas de alta vulnerabilidad y llevarlos a lugares más seguros. Agregamos crear –no se puede fortalecer lo que no existe– una verdadera política de seguridad ciudadana.

En otro plano de la realidad el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) habla de los problemas transversales “que nos afectan y nos vienen afectando durante décadas”.

Y de inmediato, con la cita de tres problemas transversales –el sistema eléctrico, la reorganización del transporte de carga y pasajeros, y el equilibrio fiscal– afloran los intereses sectoriales.

¿Erradicaremos los apagones? ¿Hay a la vista un verdadero plan para, al menos, solucionar el caos del transporte público?

¿En qué beneficia al pueblo dominicano el equilibrio fiscal que se proponen los empresarios? Mientras eso sucede tenemos una propuesta.

Consiste en erradicar el sueldo mínimo, y que, por un reajuste a todos los sectores y niveles laborales, pase a ser un sueldo digno. Y que de esa forma los dominicanos, acogotados por la inflación, puedan dedicar una parte de su salario a pagar compromisos, y quede dinero para la diversión y el ahorro.