El denominado Movimiento “Marcha Verde” logró aglutinar un sentimiento generalizado de indignación por los desbordados actos de corrupción, públicos y privados, que quedaban sin sanción debido a la indiferencia y la complicidad de los llamados a castigarlos.

Sus esfuerzos iniciales ayudaron a amplificar lo que muchos decían para sí o en escenarios que eran sordos frente a este mal.

Para alcanzar lo que hasta ahora se ha logrado mucha gente puso su tiempo, trabajo y hasta recursos materiales.
Al ser receptor de un sentimiento generalizado, sectores muy disímiles convergieron en ese Movimiento, algo natural ante fenómenos sociales como la repulsa contra la corrupción y la impunidad.

En esas proclamas coincidieron conservadores y liberales, de izquierda y de derecha, patronos y obreros, religiosos y ateos.

Cada grupo de los que han convergido en esa expresión tiene su agenda propia y la seguirá teniendo, lo cual también es normal.

Estudiantes, profesionales, desempleados, comerciantes, industriales, religiosos, políticos y muchos otros más han puesto su tiempo, esfuerzo y dinero para apoyar una idea que entienden correcta.

Sin importar el camino que en lo adelante tome cada grupo, lo relevante es que se arraigue en toda la población el repudio a la corrupción y la impunidad y que actos de ese tipo no queden sin sanción.