Adolfo Suárez: extraña raza de político

Adolfo Suárez: extraña raza de político

Adolfo Suárez:  extraña raza de político

En la Comunidad de Castilla León se encuentra una ciudad llamada Ávila, que limita al norte con Valladolid, al sur con Toledo y Cáceres y al este con Segovia y la Comunidad de Madrid, al oeste, finalmente, limita con la milenaria ciudad de Salamanca, cuna de pensamientos Unamunianos, por excelencia.

Allí hay un hermoso patrimonio de la humanidad, declarado por la UNESCO en 1985, se trata de sus murallas medievales y una bellísima Catedral gótica, cuyas agujas hacen brotar lágrimas a los cielos mezquinos de agua y humedad.

Allí mora el cuerpo incorrupto de lo que quedó de Santa Teresa de Jesús, quien había fundado el convento de las Carmelitas Descalzas. Brillante, arrobada, de fabulosos pensamientos eróticos y místicos, Santa Teresa también, como Adolfo Suárez, nació en Ávila.

En el caso de Santa Teresa de Jesús, hay un fenómeno digno de investigación, para los interesados claro está, hay un dedo en París, su mano izquierda en Lisboa y su mano derecha la tenía el dictador Francisco Franco en su poder, a su muerte se devolvió a la ciudad de Ronda.

Por otro lado, su corazón está en relicario en el Museo de la Iglesia de la Anunciación, donde está el resto del cuerpo de la santa mística, quien es la patrona de los escritores de lengua española. Otra historia interesante sería su epistolario con San Juan de la Cruz…

Pero Ávila, con toda su historia, me interesa esta vez porque en la frescura de su tierra negra y brillosa mora don Adolfo Suárez. Ahora que el reposo es irreversible, recordarle con recogimiento y admiración, según Marcel Proust, el novelista francés, es tarea honrosa de los vivos.

Afable y valeroso, tuvo el pragmatismo de crear consensos para una transición española, si no modélica, por lo menos abordable y llevadera con frutos que se pueden ver en la España de hoy, a pesar del pésimo gobierno de Mariano Rajoy, que pretende borrar conquistas sociales netas, nacidas en las luchas democráticas de ese hermoso país y además, crear un nuevo Medioevo religioso en pleno siglo XXI.

Para los españolitos de a pie, aquellos que el humorista gráfico Jaume Perich solía dibujar con la boinita negra y el cabo de cigarrillo en las manos, la desaparición de Suárez ha sido muy sentida, porque lo sentían como algo suyo, personal, especialmente en un contexto social como la España de hoy, amenazada con un éxodo de ciudadanos y ciudadanas hacia el exterior, igual que como las antiguas oleadas de la Guerra Civil Española y a posteriori.

Extraña raza de político ese Adolfo Suárez, bonachón, preocupado por la suerte de todos y todas.

¿No era Adolfo Suárez el fundador de partidos de centroderechas, no era Adolfo Suárez, de Acción Católica y de Falanges ?

Pudo haber sido todo lo de derecha que se quiera, pero a la hora de ser objetivo, a la hora de discriminar ante lo que convenía a su país y lo que convenía al caos, Adolfo Suárez optó por el interés nacional, demostrando que entenderse con Santiago Carrillo, jefe del PartidoComunista de España (PCE) en la transición, era lo de menos, si se quería en España una transición quefuera plural y estable. Tiempos en que la caverna de la ultraderecha, con Blas Piñar a la cabeza, comía humanos y no ocultaba los huesos.

Recuerdo aquella España, repleta de cafeterías y bares, cuerpos hermosos como el de Yolanda Ríos (amuleto secreto de Marcos Rodríguez, nuestro brillante experto en aguas y convenios), la revista “Triunfo” quedirigía Eduardo Tecglen.

Era una España divina con bandas sonoras de rock en español y el café Maravillas daría paso al Elígeme, en el barrio de Manuela Malasaña, en el viejo casco del Madrid histórico, mi barrio entrañable. De repente me doy cuenta, que haber vivido todo aquello me hace doliente de don Adolfo Suárez, casi sin pensarlo, porque su talante de político no tiene nada que ver con lo que en el mundo ahora vemos.
¿A qué raza desaparecida de políticos perteneció Suárez?…

No lo imagino, pero ya no existe. Mientras tanto, en largo silencio, ahora dialogará con Teresa de Jesús y juntos desearán una mejor España, la que todos y todas las españolas y españoles merecen, esos que le echarán mucho de menos para siempre.



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