Adiós a quien nunca se irá

Adiós a quien nunca se irá

Adiós a quien nunca se irá

Rafael Chaljub Mejìa

La impronta de Fidel es demasiado profunda y nada ni nadie podrá borrarla de los caminos infinitos de la historia. Así que, duerme tranquilo, Comandante invicto, gladiador invencible de todas las batallas.

Al fin, te alcanza el golpe artero e inexorable de la muerte, al cual todos estamos llamados a sucumbir.

Pero te recibe la inmortalidad a la que solo ingresan los seres de tus excepcionales dimensiones.

Ahora, con más razón que nunca, los que luchan por la redención de las naciones y los pueblos oprimidos, mirarán hacia ti para inspirarse en tu ejemplo y seguir adelante y si en algún instante asoman los síntomas del cansancio, recordarse de ti, sacar fuerzas para un próximo paso y empuñar con firmeza la onda de David que apóstol Martí puso en tus manos.

Aunque de ochenta y dos del Granma, se pierdan setenta y sobren doce, aunque la furia torpe de la mayor potencia imperialista de la historia se desborde, aunque se caiga todo un campo socialista y quede un solo país con la antorcha encendida enseñando que para luchar con dignidad no hace falta compañía.

Ya lo había dicho el mismo Apóstol, que cuando hay muchos hombres sin decoro, hay otros que encierran en sí mismos el decoro de muchos hombres. América y el mundo lo comprobaron una vez más al verte envuelto en esa batalla incesante y desigual de la cual siempre terminaste victorioso.

El grito aquel de: ¡Venceremos! se hizo realidad y ahora te toca representarlo más allá de la muerte. Ningún otro pueblo tendrá motivos más elevados y perennes que el nuestro para mantenerte presente.

Amigo probado de la causa de nuestra libertad, compañero puntual de los revolucionarios dominicanos, empezando por los de mi generación, que por allá por los tiempos lejanos de las luchas contra la tiranía trujillista, te asumimos como ejemplo, como fuente de esperanza y como un aliado intransable y desprendido.

La conmoción que en estos días ha sacudido al mundo es una prueba adicional de la influencia de tu ejemplo, de la riqueza de tu Magisterio, de reconocimiento a tu grandeza, de la permanencia inmortal de tu legado.

En tu caso sí que la muerte acaba y empieza al fin con el morir la vida. La despedida es mera formalidad de quienes saben que le dicen adiós a aquel que nunca habrá de irse.



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