Acerca del centenario de la primera ocupación militar yanqui

Acerca del centenario de la primera ocupación militar yanqui

Acerca del centenario de la primera ocupación militar yanqui

Rafael Chaljub Mejìa

Como el centenario de la primera ocupación militar norteamericana ha coincidido con el proceso electoral, la mitad del año se ha ido y es muy poco o casi nada lo que ha podido hacerse en conmemoración de la resistencia mantenida por los buenos dominicanos de entonces frente al ultraje de la ocupación.

Era comprensible que la atención se volcara hacia las elecciones. Pero el proceso electoral ha culminado y es hora de que nos ocupemos de la jornada patriótica que espera por nosotros.

Aquella ocupación que duró ocho años largos dejó lecciones históricas importantes y es un deber rememorarlas para elevar el sentimiento patriótico y la educación cívica y política de los dominicanos del presente. Además de recordarle al pueblo quién ha sido y es el agresor por excelencia de nuestra soberanía, también hay que educarlo en el ejemplo de valor y dignidad dejado como herencia por los que, aún bajo el terror y la represión impuestos por las tropas de ocupación, mantuvieron en alto la bandera de la resistencia, armada durante varios años y luego, desde las tribunas no menos arriesgadas y heroicas de la lucha cívica.

A pesar de que bajo la ley marcial dictada por los invasores se impuso la censura, se canceló la libertad de expresión, se dictaron órdenes ejecutivas tan draconianas que hasta el hacer chistes a costa de los ocupantes se convirtió en delito. Aún así hubo hombres y mujeres que desafiaron la brutalidad de las autoridades militares, vencieron el miedo que se quiso sembrar y organizaron un movimiento de resistencia y de opinión ante el cual no pudieron prevalecer las bayonetas. Ejemplo. Aquí hubo un don Américo Lugo que consagró la consigna de la Evacuación Pura y Simple, le negó calidad moral y jurídica a la autoridad de los usurpadores y cuando fue llevado a una corte marcial, siendo él mismo un brillante abogado, se negó a defenderse aduciendo que aquel tribunal carecía de facultad para juzgar a cualquier dominicano.

Hoy, cuando bajo el pretexto de la globalización hay un embate franco y abierto contra las naciones débiles, y el sentimiento nacional de algunos tiende a reblandecerse, hay que aprovechar el centenario de la ocupación, sacar del cajón del olvido ejemplos como ese y educar a la generación actual en el deber de inspirarse en esa herencia de patriotismo y dominicanidad.



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