A la China que llegamos

A la China que llegamos

A la China que llegamos

No olvidemos que Colón llegó aquí buscando la China hace poco más de 500 años. Ahora nosotros buscamos la China, no la de Colón, no la de Mao, sino la del siglo XXI, con la segunda economía capitalista más poderosa de la tierra bajo el control de un Partido Comunista. Y aunque fue en 1979 que Estados Unidos estableció relaciones con China y las rompió con Taiwan, todo comenzó con la visita de Nixon en 1972, que provocó el gran giro en la política sino-americana.

En nuestro caso el anuncio del presidente Medina del establecimiento de relaciones con China despertó en forma de artículos y declaraciones las acostumbradas expresiones de genuflexión de algunos criollos educados en obedecer al amo norteamericano y que esperaban con entusiasmo alguna represalia desde Washington, especialmente luego de las declaraciones insolentes del senador Marco Rubio. El huracán no llegó y se quedaron con el moño hecho.

Ya la prensa dominicana y las redes han reseñado las dominicanadas que hicieron nuestros compatriotas en la patria de Confucio. Montones de periodistas sin oficio, cuando se acreditaban dos como máximo, y los dueños del país en una “voladora” china. Todas las promesas imaginables y más proyectos que chinos para este país, producto de la febril campaña reelecionista. El tiempo aclarará el agua turbia y nos permitirá ver el cieno del fondo o como decía Bosch -que visitó China en 1969, antes de Nixon y de Danilo- es más importante lo que no se ve, que aquello que se ve. Y en torno al asunto dominicano con China luego se averiguará lo que realmente pasó y está pasando.

¿Qué China es la del 2018? En el libro de Max Weber titulado La ética protestante y el espíritu del capitalismo, se plantea como punto de partida una pregunta importante: “¿qué serie de circunstancias han determinado que precisamente sólo en Occidente, hayan nacido ciertos fenómenos culturales, que (al menos, tal como solemos representárnoslos) parecen marcar una dirección evolutiva de universal alcance y validez?” La repuesta a esa pregunta es el libro en cuestión, pero yo tomo la pregunta para argumentar par de cuestiones que entiendo esenciales en el presente y futuro inmediato de China, y que indudablemente nos afectará como sociedad.

El confucianismo es la filosofía del pueblo chino, representa lo que es el platonismo para el cristianismo y el aristotelismo para el renacimiento europeo.

Toda corriente económica, política, social, cultural o de cualquier índole, que asimila el pueblo chino lo filtra, le da fisonomía china, a través del pensamiento de Confucio. No importa que veamos ciudades llenas de rascacielos a semejanza de Manhattan, grandes centros comerciales, comida chatarra y empresarios vestidos a la usanza gringa, China no es el “american way of life”.

Por eso son tan sensibles con la corrupción pública y privada, no vocean a la manera Trump, ni planifican para meses o semanas o años, lo hacen para décadas y siglos. Mantienen una tendencia constante a sumar e integrar, no “inventan” enemigos para generar guerras e invertir capitales. Es una lógica diferente a la occidental de matriz estadounidense.

China será la potencia dominante en el mercado mundial y logrará la meta mundial de integrar a toda la población del planeta en la producción y el consumo. Y no lo digo yo, que lo acaba de afirmar el FMI.

Han desarrollado su propia fórmula capitalista y les está funcionando. Han evitado vincular su desarrollo económico a la industria armamentista y no tienen en sus relaciones con América Latina y África ningún resabio pasado de invasión, golpe de estado o injerencia imperialista, como si los tiene Estados Unidos y Europa.

Su gran problema actual es cómo seguir avanzando en su desarrollo económico y social sin deteriorar el ecosistema mundial, tal como lo hizo el capitalismo occidental en los últimos dos siglos. Un capitalismo sustentable con el medio ambiente, inclusivo, no bélico, es parte de la fórmula china en el resto de este siglo.



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