Menos indolencia, más humanización de la salud

Menos indolencia, más humanización de la salud

Menos  indolencia, más humanización de la salud

Altagracia Suriel

La muerte de Claudio Camaño por falta de atención médica puso en evidencia el drama de la negación de servicios en centros de salud. Ya esta situación no es una cuestión de clases, cosa de pobres o de los que no tienen seguros.

Esta es la tragedia de miles de personas día a día en nuestro país, con heridas físicas o con problemas urgentes de salud que no tienen dolientes. Además de su condición médica, están heridas de impotencia y quebrantadas por la humillación que acarrea tener que rogar o mendigar para poder salvar la vida.

He vivido varias experiencias en las cuales este drama me ha tocado de cerca. Ruegos de personas de escasos recursos suplicando en la madrugada por una llamada que interceda por atención para algún accidentado o por niños enfermos cuyos padres llevaban horas y horas esperando sin que nadie les hiciera el más mínimo caso. También viví el hecho en carne propia.

Una alergia a un medicamento me fue inmovilizando por partes. A media noche cuando me llevaron a una clínica privada había problemas para contactar el seguro y no me querían atender.

La reacción alérgica me trancaba la garganta y me impedía hablar, pero como pude supliqué que me cobraran por adelantado.

Después de discusiones me recibieron en emergencia. Tuve hasta que llorar y mencionar a mí hijo pequeño, huérfano de padre, al que no quería dejar también huérfano de madre.

La vida no es un bien de mercado. No es una cosa que se compra o se vende. Es un derecho. Los servicios de salud, desde la ética, son un medio para preservar la salud y la vida. Negar atención médica por la razón que sea es inhumanidad, indiferencia, pecado, abuso y una amenaza a la supervivencia.

La sociedad debe aplaudir los esfuerzos públicos y de legisladores orientados a aplicar sanciones ejemplares para la negación de servicios de salud. No queremos más Claudio Camaño ni Pedro Pérez muertos por indolencia o negocio. Somos seres humanos, no productos del mercado.



Etiquetas