Caos en el transporte: preocupación eterna

Caos en el transporte: preocupación eterna

Caos en el transporte:  preocupación eterna

Desde la postrimería de la década de los 70, el problema del transporte ha sido un tema de preocupación recurrente en todos los escenarios, político, económico, social y humano, pero pese a los grandes esfuerzos que han querido presentar las autoridades, este mal solo ha tendido a agravarse.

De 1978 a la fecha, las autoridades sólo se han preocupado por el capital político y económico que han podido obtener de este desorden, sin pensar en lo más mínimo en los usuarios de este servicio, ni en la imagen del país.

En esa fecha se permitió el acceso a los denominados carros piratas para ampliar la cobertura y desde entonces no hemos tenido sosiego, porque destruyeron uno de los sistemas de transporte más organizados de la región.

Pese a los esfuerzos que han hecho las autoridades alegando que buscan mejoría, se procedió a crear Onatrate ¡y nada! Vino la OMSA ¡y nada!, solo se ha logrado un parque vehicular cargado de chatarras y de motocicletas que pululan como sanguijuelas en lagunas, afectando a todo el que pueden, para buscar dinero.

Muchos seudo sindicalistas se han hecho millonarios a costilla de los recursos públicos, debido al miedo de los gobernantes, quienes por la apetencia política y económica se han dejado chantajear por ellos facilitándoselo todo, sin importarles el padecimiento de la población que sufre sus maltratos, abusos y hasta vejámenes vulgares.

Algunos, además de conseguir millones a expensas de las arcas del Estado han crecido tanto en ese despropósito que hasta han obtenido, en ocasiones, posiciones políticas relevantes.

Esto parece un juego de niños, los abusos son cada vez mayores, sin que ninguna autoridad se interese en evitarlo, conductores, a veces borrachos y como si se tratara de una sociedad de salvajes, transitan sin control de velocidad y in importarles niños, ancianos ni embarazadas en su competencia lujuriosa.

Bastaría un vistazo a lo que pasa en las denominadas rutas 100A, 100B y la 11, entre otras, el desastre en sus paradas, al igual que lo que ocurre con los motoconchistas, para comprobar y darse cuenta de que estamos viviendo en una selva.

No sabemos hasta cuándo hemos de soportar, pero si las autoridades no asumen con responsabilidad este problema, lo que habíamos alcanzado hasta finales del siglo 20 seguirá retrocediendo de manera penosa y lejos de crecer, como se anuncia con bombos y platillos, transitaremos vertiginosamente hacia la arrabalización definitiva del país. No merecemos esto.



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