El país cuenta con importantes represas hidroeléctricas.

Construidas hace varias décadas cuando los ríos eran caudalosos y servía el agua represada para irrigar el campo. Esa actividad, a la vez, contribuía con el desarrollo de la economía y la producción agrícola.

Mientras haya lluvia podremos contar con una mejoría en el suministro de agua en el Gran Santo Domingo, tal como lo plantean las autoridades de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo.

No así para el resto del país, donde no hay posibilidad de contar con agua por efecto de las lluvias

Los periodos de lluvia resultan beneficiosos, pero son fluctuantes. La regla es que vivimos bajo amenaza de sequía crítica.

Una situación que reduce el caudal de las presas, afecta la producción de electricidad, a la vez que desaparece, significativamente, el agua que debe ser usada en los campos agrícolas.

El agua es necesaria siempre, cuando no la tenemos apreciamos su valor; y cuando abunda debemos apreciarla con mayor razón.

No hay mejor regulación en el uso del agua que la propia conciencia del usuario. Hemos avanzado, pero todavía debemos insistir más sobre el consumo del agua. Sería una gran iniciativa educar en las escuelas sobre este tópico. Las nuevas generaciones, niños que serán adultos en una década, deben aprender a usar de manera más racional el agua.