Nunca como en 2017 el deporte a nivel mundial, sufrió tantos escándalos.

Ha sido un desastre, ídolos a nivel mundial han caído en el descrédito total, producto de la corrupción y los esteroides.

La corrupción rampante en la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), y la casi totalidad de sus filiales, ha dejado a todos perplejos, incrédulos y desconcertados.

Nadie imaginó que una organización “respetable”, precisamente por la “autoridad moral” de sus integrantes, cayera estrepitosamente en un verdadero océano de putrefacción como se ha demostrado.

Todavía hoy se siguen descubriendo más y más actos de corrupción, lo que deja asqueados a todos.

Otro ejemplo del desastre de 2017 es el escándalo, por consumo generalizado de esteroides, patrocinado por el Estado ruso entre todas sus selecciones.

Aunque hasta el presidente Vladimir Putin lo niega, esa era la práctica institucionalizada por años.

El último gran tablazo lo prudujo el ciclista inglés Chris Froome, ganador de cuatro tours de Francia, también se dopa, siguiendo los pasos al estadounidense Lance Armstrong, quien después de ser el héroe máximo de esa disciplina ahora es persona “non grata” y suspendido de por vida.